Me fui a dormir a las 12. Bah, me acosté a esa hora, pero tardé 40 minutos más en poder conciliar el sueño, rogando que no me vuelvas a decepcionar.
Me desperté sin esfuerzo varios minutos antes de que sonara el despertador. Me vestí, me lavé los dientes y me pinté un poco, con un mal presentimiento.
Pasé toda la mañana bajo el efecto anesteciante del miedo, de la decepción, de una puta vez más que había cometido el error de idealizar.
Se hicieron las 12 y no sabía nada de él. Sólo faltaban 20 minutos para salir y aún seguía pensando que él dormía, allá lejos, y yo acá.
Tocó el timbre para irnos, miré mi celular y leí las palabras que no esperaba. Un "estoy en la puerta" me sonreía en la pantallita.
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