Nada más bajonero que estar bañandote un sábado a la noche escuchando Floricienta a todo lo que dá, sabiendo que te lavas el pelo para nadie, para nadie más que tu mamá y tu tía abuela que está en tu casa, que te van a pedir que les hagas compañía mirando una película que vos elegiste alquilar, la cual te genera menos expectativas que una visita al odontólogo. Que encima vas a terminar viendo acompañada de un milka leger gigante, porque hace tres días tenes un antojo tremendo, y tu mamá para saciarlo te compró el más grande de todos. Obviando el detalle de que estas engripada y te vino de regalo un dolor de garganta insoportable. Bueno, agradecele a Dios (mentira, no le agradezcas a nadie porque no crees en Dios, Jehová ni el buda) que por lo menos, tenes un disturbio mental menos. Él salió con los viejos, listo, algo menos de lo qué preocuparse.