Y te soñé y te pensé,
en bibliotecas, en hoteles, desvarié.
No conocí otro hombre
con esa diáfana mirada y esa piel.
Y me escribiste las postales argentinas,
y aunque nunca fuiste mío, estuve cerca aquella vez.
Y hoy que los huesos crujen por las humedades,
tu sonrisa inolvidable me hizo tanto, tanto bien.
en bibliotecas, en hoteles, desvarié.
No conocí otro hombre
con esa diáfana mirada y esa piel.
Y me escribiste las postales argentinas,
y aunque nunca fuiste mío, estuve cerca aquella vez.
Y hoy que los huesos crujen por las humedades,
tu sonrisa inolvidable me hizo tanto, tanto bien.
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