Volvería a ese miércoles 23 de mayo. El día empieza a las 00:00. Yo me fui a dormir, te dije "Chau" y me quedó en la cabeza la promesa de que ese mediodía me ibas a venir a ver. Pasé la mañana muy nerviosa. Hice la prueba de Empresarial. No tenía señal, no sabía de vos, faltaban minutos para irme. Pensé que ése no era el día, que iba a haber otra oportunidad. Pero cuando bajé las escaleras, Mica me llamó por teléfono y me gritaba que te estaba viendo, que estabas ahí, con un auto bordó, esperandome.
Te vi y crucé. Sinceramente no me acuerdo bien por lo nerviosa que estaba, pero creo que nos dimos un abrazo y después nos quedamos horas hablando. No lo podía creer.
Fuimos a Jumbo, comiste algo (porque claramente no acepté ingerir nada, mi verguenza y mis nervios me iban a jugar una mala pasada) y después nos quedamos charlando. 
Me acuerdo del primer beso que me diste, tímido, te acercaste casi como pidiendo permiso.
También me acuerdo que cuando me dejaste en casa, lo primero que hice fue hablar con las chicas que estaban ansiosas por saber cómo eras, cómo me habías tratado, si me habías gustado, si estaba viva porque era bastante tarde también, jaja. Mica me llamó y me quedé contandole lo fascinada que estaba.
Hoy, 7 meses después, me encuentro felíz de que ese primer encuentro haya ocurrido.
No te puedo explicar la felicidad que me da tenerte en mi vida. Yo sé que a veces hago todo mal, que soy una pendeja caprichosa, que a veces parece que no me importa nada, que parezco una egoista. Pero no, no es así. Amo lo que sos. Amo lo que somos juntos. Amo tenerte conmigo y odio la distancia también. 
Te amo a vos enterito, con tus putos arranques, con tus respuestas cortantes, con tus planteos boludos (no más boludos que los míos), con tus celos tontos, con tus puteadas, con tus ronquidos.
Te amo y aunque quiera no puedo sacarte de mí. No puedo olvidarme de vos.