Algunos días me paso horas y horas en internet leyendo sobre las carreras que me gustaría seguir, cada plan de estudio, cada materia y cada facultad.
Otros días no quiero levantarme de la cama. Simplemente lo hago porque me veo obligada. De camino a mi casa, lloro. Intento que nadie me vea. Cuando llego, sigo llorando. Desbordo de lágrimas porque tengo una gran desestabilidad emocional. Duermo. Al rato viajo en colectivo y pienso en otra cosa. En cómo me gustaría que cambie el país cuando yo sea grande, y mis hijos sean los que tengan que viajar y pienso que estaría bueno que no vivan con esta inseguridad.
¿Cómo hago para cambiar tanto? ¿Cómo es que un momento estoy llorando sin querer vivir una hora más porque todo duele, y al rato pienso en mi futuro, mi carrera, mis hijos?
Saco la fuerza de donde no la hay. Hago esfuerzos sobrehumanos por cambiar la cara y salir con una sonrisa.
Muchas veces me toma más de un día. Muchas veces, algo que ocurre desencadena un millón de razones por las que lamentarme que hasta ahora había tapado con risas y distracciones.
Estoy aprendiendo, poco a poco, a llorar cada cosa en su momento. A no sufrir hoy lo que en realidad, debería estar disfrutando porque en el día de mañana en realidad se va a terminar.
Así vivo día a día. Con la frase que resuena en mi cabeza "todos los días del mundo existe una forma de resucitar".
Algunos días siento que muero un poco por dentro. Pero después resucito. Y qué lindo que eso pase porque sino me hubiese perdido de tantas cosas.. Y de otras tantas que estan por venir.