Les dejo algo que escribí porque se me ocurrió, espero que les guste (:
‘Estas cordialmente invitado/a al casamiento de Mariana Herrera y Bautista Pedrin’ leyó Sol en voz alta, parada en la puerta, todavía en pijama, con los pelos un poco revueltos, y una cara que delataba haber dormido poco. Leyó ése título una, dos, tres, cuatro veces, hasta que por fin, se despertó del todo, y entendió algo que deseó nunca haber entendido. Qué es esto? Se preguntó a sí misma… Lo cierto es que no veía a Bautista hacía cuatro duraderos años, y el recuerdo le pesaba más que nunca.
Pasaron dos semanas exactamente, cuando llegó el día. Se despertó a las diez en punto. Se desvistió y tomó una ducha de unos veinte minutos. Salió, se secó, y se recostó en la cama. Un mar de preguntas la inundaba. Qué estaba haciendo? No quiso responder ninguna de esas inquietudes, menos pensar, y más actuar. Buscó en su placard, y encontró lo que buscaba. Se calzó el vestido blanco, y unos zapatos haciendo juego. Se peinó el pelo morocho que le llegaba hasta la cintura. Lo ató en una media cola, y lo adornó con una flor que combinaba con su vestimenta. Ya lista, guardó sus llaves, la tarjeta, y cerró la puerta del departamento.
Llegó a la iglesia diez minutos antes, la puntualidad la caracterizaba. Se sentó en la décima fila, y, para pasar el tiempo, recordó. Recordó a Bautista, y lo que los unía. Él había sido su primer amor, aunque no funcionó para los dos el ‘vivieron felices para siempre’. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando de repente, alguien tocó su hombro. Giró su cabeza.
-Hola Sol- un hombre de unos 23 años, morocho, de unos ojos impactantes, la estaba mirando a su izquierda.
-Hola- Sol se encontraba un poco sorprendida, no podía reconocer a ése muchacho.
-Soy Pablo, te acordas de mí?- el primo de Bautista, cómo olvidarlo?
-Perdón Pablo, estaba un poco distraída- y se asomó su sonrisa tan característica.
Hablaron un poco de sus vidas, y la ceremonia comenzó. A Sol se le paró el corazón en cuanto Bautista dio el sí. A decir verdad, ella todavía sentía algo por él.
-Sol, te parece ir a tomar algo cuando termine todo esto?- Pablo le había comentado que no estaba muy a gusto con las ceremonias en la iglesia.
En fin, cuando se cierra una puerta… se abre una ventana.
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